Hay algo de enigmático y atractivo en toda palabra esdrújula; ese terremoto, la sílaba tónica, seguida de sus dos correspondientes réplicas por las que, finalmente, se va deslizando y apagando el sonido. Contundentes como órdenes, afiladas como vértices, ligeras como pájaros, frondosas como árboles, tan amorosas como cálidas, tan inmediatas como lágrimas, no se puede negar su hermosura. Pero entre todas destaca una, quizás de las más bellas de nuestro idioma, una palabra mágica digna de ser el nombre de un hada. Esa palabra es Libélula.
Foto: Cañón del río Lobos (Soria)
Foto: Cañón del río Lobos (Soria)
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